Cojo papel y un lápiz, y me dispongo a escribirte con palabras recién hechas, calentitas, salidas del corazón. Te imagino ante mí, con esa mirada serena que desde el más profundo silencio abre las puertas de tu alma y me invita a entrar. A veces creo descifrar esa mirada, a veces quiero creérmelo.
Hay días en que tu magia me toca y mi miedo se desvanece, momentos pequeñitos en los que mi intuición femenina me dice que me quieres y yo daría cualquier cosa por que así fuera. Son milésimas de segundo especiales, que me muero por saber si tu las sientes. Es esa ilusión de escuchar tu voz, de que me cuentes cualquier cosa.. lo que me anima a madrugar cada mañana, salir de mis sueños nocturnos para seguir soñando despierta.
Me muero por saber lo que callan tus diarios, tus silencios me hablan, y me crean dudas.. porque el corazón tiende a considerar verdadero aquello que más desea. Yo pedí un deseo y se me ha cumplido.. sin saberlo, me lo has cumplido. Quería que me cantases al oído, no lo sabías pero lo hiciste.... y yo aquel día te juro que toqué el cielo con las puntitas de los dedos y bajé una estrella. Me da miedo que mis deseos se sigan cumpliendo, sobre todo porque aún no sé bien lo que deseo.
A veces estoy segura de que algún día, en algún lugar quizás lejano e inesperado tendremos una conversación... otras veces veo que lo más probable es que la vida nos distancie y me vayas olvidando. No quiero, me niego a pensar esto.. No sé si te has dado cuenta de que no quiero perderte, ahora que he encontrado una estrella.