12 septiembre 2010


Con la mirada puesta en las estrellas, en cubierta, la brisa de cara me trae el recuerdo de otro mar, otros vientos más fríos y abrazos más cálidos. Les pregunto por qué y ellas, que han presenciado tantas noches, tantas vidas distintas, tantos besos robados, desde el inicio de los tiempos.. tardan en responderme, o quizás yo no logro entender su mensaje.

Qué pasaría si un día ese sueño se hiciera realidad, si pudieras estar ahí, en carne y hueso, y sobre todo alma.. si tus palabras se hicieran tangibles y ese beso pudieras recordarlo con la misma intensidad con que yo lo hago. Si me dieras tu mano y me sacases del olvido, y me llevases corriendo por las calles de esta ciudad. Ya no sería una ciudad, ya no sería un mar como otro cualquiera ni unas estrellas.. sería la ciudad, el mar y las estrellas. Únicos. Nuestros.

Pero quizás mi sueño no es tu sueño, y las calles seguirán sin nombre, y el mar seguirá tan bello, y yo seguiré buscando estrellas.. guardándolas hasta que un día me dejes que te las regale.

03 septiembre 2010

Peceras


Dicen que sólo existe una única Navidad en la vida, el resto de nuestras navidades son intentos de revivir aquella. Lo escuché en Historia de un Beso, la película de Garci, que me impactó hace ya varios años. En aquella época en la que no existían los blogs, la anoté en mi diario quizás no muy convencida de su significado.

Probablemente en tu mente estés cambiando la palabra Navidad por otras con las que la frase cobre un significado especial para tí.. prueba tal vez con amor. Estas últimas semanas, de descanso en la playa, jugando con las olas, me sorprendí recordando estas palabras y cambiando Navidad por verano.

Las mañanas al sol en aquella inmensa playa, con la inocencia en la mirada de mis cinco años. Mi mayor tarea era preparar, con el cubo, rastrillo y pala de playa, la comida, a base de arena remojada, para Melchor.. mi perro imaginario que cobraba vida y saltaba alegre las olas. No existía el tiempo. El futuro era el sonido del mar en mi caracola.

Y la vida era eso.. un juego, mirar al mar y sentir de alguna manera que de mayor podría ser como aquel misterioso horizonte, sin límites. Convencida de poder llegar donde me llevasen los pies. La niña de cinco años imaginaba que nada podría detenerla, la mujer que hoy escribe estas palabras tiene sus dudas. Dudas impuestas por la sociedad, por la costumbre, por los cánones de ese libro, que todos conocemos y nadie ha visto, sobre cómo vivir la vida. Barreras absurdas, que nos da miedo reconocer que podemos atravesar. Cada cual intentando ser feliz en su pecera.

Este verano, no sé por qué razón, he recordado más que nunca el verano de mi infancia. Y digo el verano, en singular, porque en mi memoria se confunden los años de aquella época, y lo recuerdo casi como un largo y único verano. Un verano en el que mis sueños de niña eran reales y tangibles. Yo creía en ellos y creía en mí.

Hoy mis pies pisan esa arena, siento lo mismo; miro al mar y sé que también sigo soñando lo mismo... Soy la misma. Y te lo cuento bajito, porque aquella niña tenía licencia para soñar lo que quisiera, para ser lo que quisiera, pero a la mujer de hoy no se le permiten ciertas cosas o quizás soy yo misma la que no me las permito. Así que te lo cuento al oído, y me sorprendo al darme cuenta de que este verano se cumplen ya cuatro años de mi primer post. Lo que soy, lo que anhelo, cuelga de las líneas de mis escritos, de mis botellas al mar.. y si llegas a ecucharlo podré sentir tu guiño.. el parpadeo de una estrella en las noches de verano..

"-Quién sabe- dijo la Maga-. A mí me parece que los peces ya no quieren salir de la pecera, casi nunca tocan el vidrio con la nariz.
Gregorovius pensó que en alguna parte Chestov había hablado de peceras con un tabique móvil que en un momento dado podía sacarse sin que el pez habituado al compartimento se decidiera jamás a pasar al otro lado. Llegar hasta un punto del agua, girar, volverse, sin saber que ya no hay obstáculo, que bastaría seguir avanzando..."
Rayuela. Julio Cortázar.

17 julio 2010

Té de manzana


Hur me enseñó que el té de manzana es el té de la hospitalidad, y me viene a la mente su voz clara cada vez que vuelvo a beber uno. Me deja serena para pensar.

Cierro los ojos y me veo de nuevo sentada entre aquellas alfombras, tan lejos de casa y tan cerca por fín de mí misma. Cierro los ojos y veo muchas cosas.. emociones, tantos momentos vividos, tantas sonrisas robadas que no deseo que sean devueltas.. todo se vuelve hermoso bajo el sonido de Al-Adhan. Mi alma siente la esencia de la vida.

Pero llega el momento de volver a casa. Juegas, y te sigo el juego porque lo tiñe todo un tinte de amistad-fraternidad que me da vida, que me hace reir sin más, que saca mi lado irónico-pícaro-cómico que no mucha gente sabe que existe.. que me devuelve a la libertad de aquellas calles bañadas por la brisa. Pero a veces el juego se me escapa de las manos, no soy de piedra, y hay momentos en los que pierdo totalmente la noción de lo que está bien y lo que está mal. Tú juegas, y yo me pierdo en tu juego, sabiendo ambos que es todo teatro.. pero hay instantes fugaces, cuando te tengo tan cerca, que no sé si estoy jugando o soy realmente, y por fin, yo misma. Milésimas de segundo en las que te seguiría al fin del mundo si me lo pidieses. Quizás no lo sabes aunque tu mirada me dice que lo intuyes.

Y me dejas así, a medias, con milímetros de separación entre la ficción y la realidad, entre las noches locas de verano y la rutina, entre tus manos y las mías.

Mientras tanto continúo con mi vida, con mis ganas de salir corriendo a pisar inmensas playas de arena fría. A veces lo consigo. Siento toda la fuerza del cosmos en mi interior. Siento el regalo de la vida. Todo se simplifica. Todo queda resumido a amar, amar y sentirme parte de este inmenso universo.

03 marzo 2010

Tic-tac



A veces escucho ese tic-tac, hace eco en mi alma, me hace cerrar los ojos y coger aire fuerte para volver a la calma, al día a día. El tic-tac.. que altera mis nervios, que viene siempre acompañado de una pregunta, un por qué sin respuesta, que a veces se hace grande, invade mis pensamientos y libera tristeza.

Intento entonces no escucharlo, olvidarme de ese reloj interno que me susurra que el tiempo ha llegado, que me pregunta qué hago ahí sentada y se niega a escuchar mi respuesta.. No le sirve, a ese reloj de arena que no se detiene no le gustan las excusas cobardes.

Pero en tu mirada el tiempo se detiene, el tic-tac calla, siento fuerzas para responder a mis dudas sin miedo a que la respuesta duela. En tu mirada encuentro esa luz que a veces me falta.. y en lo más profundo de mi alma, algo susurra, al compás de cada latido.. quizás sí, quizás sí, quizás.. sí...

21 febrero 2010

El calor de mi invierno



Algunas flores crecen en las dunas
sube la marea y se hacen invisibles
algunas duermen a la luz de la luna
persiguiendo sueños imposibles.

(Salitre. Quique González)

Diciembre, Enero.. y casi sin darme cuenta se me va Febrero sin compartir mis estrellas coleccionadas en estos días. No me lo podría perdonar. Juntas suman tanta luz..

Se acumulan sentimientos que luchan por encontrar un camino para salir, días que dan sentido al resto, momentos que me recuerdan que hace falta muy poco para sonreir. Quizás yo sea de sonrisa fácil.. o quizás sea tan fácil sonreir contigo..

Las calles de esta ciudad se vuelven infinitas en esas tardes en las que me gustaría detener el reloj.. seguir escuchándote. Buscar excusas para que esto no acabe.

Me sorprendo descubriendo una luz que hasta hace poco tiempo no había sido capaz de ver, que se cuela por las rendijas de mi alma sin que pueda evitarlo y me da la confianza que me falta para hablar de lo que sólo hablaría en mi blog, para expresar lo que tanto me cuesta con palabras. Siento que quizás he encontrado un aliado para este viaje, alguien que huye de la vulgaridad y comprende la sencillez de lo bello, la complicidad de una mirada.. y soy feliz por ese sentimiento de amistad que se va haciendo grande... que nos va haciendo grandes.