Mares en calma, tempestades en el corazón...
El viaje continúa, aunque últimamente me falte tiempo para anotar vivencias en este cuaderno. No es que no haya nada que contar, es que quizás hay demasiadas cosas.. demasiadas emociones y no todas pueden transformare fácilmente en palabras, o al menos yo no me veo capaz.
Es tiempo de cambios, de adaptación. Estos días más que nunca me viene a la cabeza aquello de "be water, my friend..", los comienzos nunca fueron fáciles, y yo he comenzado hace escasamente un mes a luchar por hacerme un hueco en el mundo laboral. En un submundo que aunque parece caótico en el fondo está bien organizado, todos se conocen, saben lo que hay, tienen sus amigos, sus enemigos, saben qué pueden decir y a quién.. y llego yo, ilusionada, dispuesta a darlo todo, y lógicamente no soy más que una extraña.
Miro a unos y a otros, me sumerjo en un mar de sentimientos, de relaciones personales.. aparento llevarme bien con todos y hacer oídos sordos a lo que no me gusta. Escuchar a todos, aceptar todos los consejos, y sacar después mis propias conclusiones. Intentando que el veneno de quienes se han quemado con los años, los sueños frustrados, los desengaños.. no me toque. Y la ilusión, la fuerza de los que no han perdido la esencia, esa vocación que les llevó a estar ahí, me empape y no se vaya nunca.
Ahora más que nunca intento ser agua, adoptar la forma que sea necesaria en cada situación, aprender a vivir y sobrevivir... y hay quienes me ayudan y hacen la tarea más fácil. No faltan las sonrisas y el apoyo, las confesiones sinceras de quienes no olvidan a qué han venido. Somos médicos, aunque algunos se hayan cansado de serlo o quizás no lo fueron nunca.
Quizás lo mejor de todo es que sé dónde está la fuente de esa energía vital, sé dónde ir a buscarla cuando amenace con apagarse. Está en la sonrisa de aquellos en los que sabes que puedes confiar, en esas palabras de complicidad cuando te sientes solo, en las risas después de una dura noche de guardia, y sobre todo, en esa persona que deja en tus manos su bien más preciado, su vida. La mirada de esa persona hace que todo, absolutamente todo, valga la pena. Y el día que deje de sentir el significado de esa mirada, el día que me haga inmune al dolor y pueda escribir sin emocionarme.. quizás sea el momento de dejarlo todo. Porque ya no seré médico, sino un simple número de colegiada.